Editorial | Por un Perú inclusivo

miércoles, 16 de junio de 2010

Uno de los pilares de toda buena república es la libertad e igualdad. Atrás han quedado los tiempos en que tener alguna discapacidad hacía menos a alguna persona o tener más dinero hacía superior a otra. Ahora, labor de toda buena república es resguardar esta libertad e igualdad, siendo consecuente con lo que profesa y tomando como bandera la protección de estos derechos fundamentales. La inclusión social de personas discapacitadas es una de las formas de lograrlo.

Se debe tener en cuenta, por otro lado, que velar por estos valores no quiere decir que sea tomado como un mero instrumento populista o generador de votos. El político debe comprender que esto hará más dignas a las personas lo cual contribuirá con el país, aceptando miembro de desarrollo para la sociedad y la nación a personas que en cualquier otro lugar del mundo, lamentablemente, sería rechazado.

Educar es una de las labores más hermosas del ser humano. Se podría decir que no hay profesión más cercana a las personas que vele para que conozcan las dimensiones de todo lo que nos rodea. Nos queda claro, entonces, que esta educación no debe (ni puede) ser exclusiva o solo privilegio de algunos, así sean mayoría. Por lo tanto, ¿de qué valdría ignorar a personas con discapacidades físicas o mentales si está demostrado que con un poco de dedicación pueden llegar a comprender todo lo que una persona con todas sus facultades?

Desde hace ya varios años el Perú, por medio del Ministerio de Educación, está dando forma a las políticas de inclusión educativa. Eso quiere decir no que existan colegios ‘especiales’ solo para discapacitados, sino que se refiere a que en todo tipo de centro educativo se acepte a personas con impedimentos físicos y/o mentales. Aunque parezca fácil esta labor y un simple cambio de política, es mucho más complejo de lo que parece.

Aceptar la educación inclusiva implica cambiar de mentalidad a la sociedad, también. Esto es quitar los mitos de que una persona discapacitada es una ‘persona inválida’. Muchas veces, y aunque parezca sorprendente, los principales discriminadores de un país no son los poderes gubernamentales sino la sociedad. Si bien el Estado tiene planificado una política de inclusión de discapacitados en centros educativos, debemos ser parte de este cambio y aceptarlo como fin superior y paso para ser una república digna de llamarse así, con representantes, representados e igualdad, libertad y respeto.

Debido a todo lo mencionado es que creamos este grupo social en la red. No puede haber nombre más claro que “Por una educación inclusiva en el Perú”. Este espacio abierto a todos los ciudadanos peruanos, latinoamericanos y del mundo sirve como muestra de que muchos estamos cada vez más convencidos de que la discriminación quedó en el pasado. Si nuestra sociedad tiene entre sus miembros personas con discapacidad física o mental de nada vale ignorarlas, todos siempre tenemos algo que ofrecer al país desde nuestro lugar e incluso con nuestras propias limitaciones.

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